miércoles, 15 de julio de 2009
CIERRA TUS CIRCULOS
Publicado por: Patricia Sandino Ch.
Siempre es preciso saber cuándo se acaba una etapa de la vida. Si insistes en permanecer en ella más allá del tiempo necesario, pierdes la alegría y el sentido del todo que eres.
* * *
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Lo importante es ir cerrando círculos, puertas o capítulos, como quieras llamarlos.
¿Terminó tu trabajo? ¿Se acabó esa relación? ¿Ya no vives más en aquella casa? ¿Debes irte de viaje? ¿Te toca vivir aparte? Puedes pasar mucho tiempo aferrándote a la negación de la realidad, revolcándote en los porqués, insistiendo en regresar el cassette una y otra vez.
Si lo haces el desgaste va a ser infinito, porque en la vida todos y todas estamos encaminados a cerrar capítulos, a darle vuelta a la hoja, a terminar etapas para seguir adelante.
No podemos estar en el presente añorando el pasado. Ni siquiera preguntándonos por qué ocurrió lo que ocurrió; hay que soltarlo, hay que desprenderse. No resulta sano ser niños eternos, adolescentes tardíos, empleados de empresas inexistentes. Tampoco forzar vínculos con quien no quiere mantenerlos con nosotros, o bien con quien ya no es conveniente tenerlos. ¡Los hechos pasan y hay que dejarlos ir! Por eso a veces es tan importante destruir recuerdos, regalar objetos, cambiar de casa, romper papeles, tirar documentos y vender o regalar libros. Los cambios externos pueden simbolizar procesos interiores de superación. Dejar ir, soltar, des-prenderse.
* * *
Si andas por la vida dejando puertas abiertas (por si acaso), escasamente podrás vivir lo de hoy con satisfacción. ¿Noviazgos o amistades que no clausuraste, para mantener la ilusión de algún día regresar? (¿a qué?) Si puedes enfrentar ya la necesidad de aclaraciones y decir las palabras que no dijiste, hazlo. Si no, déjalas ir, cierra capítulos, pero no por orgullo o soberbia, sino porque tú ya no encajas allí: en ese lugar, en ese corazón, en esa habitación, en esa casa, en esa oficina, en ese oficio, en esa familia. Mereces crecer, madurar; merecer vencer el miedo a vivir de manera independiente y por tus propios recursos.
Cierra la puerta, dale vuelta a la hoja, concluye el círculo. Aprende a dejar lo que sólo es costumbre, apego improductivo. Clausura, limpia, tira, oxigena, despréndete, sacúdete. ¡Suéltate!
CIERRA TUS CIRCULOS
Publicado por: Patricia Sandino Ch.
Siempre es preciso saber cuándo se acaba una etapa de la vida. Si insistes en permanecer en ella más allá del tiempo necesario, pierdes la alegría y el sentido del todo que eres.
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Lo importante es ir cerrando círculos, puertas o capítulos, como quieras llamarlos.
¿Terminó tu trabajo? ¿Se acabó esa relación? ¿Ya no vives más en aquella casa? ¿Debes irte de viaje? ¿Te toca vivir aparte? Puedes pasar mucho tiempo aferrándote a la negación de la realidad, revolcándote en los porqués, insistiendo en regresar el cassette una y otra vez.
Si lo haces el desgaste va a ser infinito, porque en la vida todos y todas estamos encaminados a cerrar capítulos, a darle vuelta a la hoja, a terminar etapas para seguir adelante.
No podemos estar en el presente añorando el pasado. Ni siquiera preguntándonos por qué ocurrió lo que ocurrió; hay que soltarlo, hay que desprenderse. No resulta sano ser niños eternos, adolescentes tardíos, empleados de empresas inexistentes. Tampoco forzar vínculos con quien no quiere mantenerlos con nosotros, o bien con quien ya no es conveniente tenerlos. ¡Los hechos pasan y hay que dejarlos ir! Por eso a veces es tan importante destruir recuerdos, regalar objetos, cambiar de casa, romper papeles, tirar documentos y vender o regalar libros. Los cambios externos pueden simbolizar procesos interiores de superación. Dejar ir, soltar, des-prenderse.
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Si andas por la vida dejando puertas abiertas (por si acaso), escasamente podrás vivir lo de hoy con satisfacción. ¿Noviazgos o amistades que no clausuraste, para mantener la ilusión de algún día regresar? (¿a qué?) Si puedes enfrentar ya la necesidad de aclaraciones y decir las palabras que no dijiste, hazlo. Si no, déjalas ir, cierra capítulos, pero no por orgullo o soberbia, sino porque tú ya no encajas allí: en ese lugar, en ese corazón, en esa habitación, en esa casa, en esa oficina, en ese oficio, en esa familia. Mereces crecer, madurar; merecer vencer el miedo a vivir de manera independiente y por tus propios recursos.
Cierra la puerta, dale vuelta a la hoja, concluye el círculo. Aprende a dejar lo que sólo es costumbre, apego improductivo. Clausura, limpia, tira, oxigena, despréndete, sacúdete. ¡Suéltate!
Siempre es preciso saber cuándo se acaba una etapa de la vida. Si insistes en permanecer en ella más allá del tiempo necesario, pierdes la alegría y el sentido del todo que eres.
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Lo importante es ir cerrando círculos, puertas o capítulos, como quieras llamarlos.
¿Terminó tu trabajo? ¿Se acabó esa relación? ¿Ya no vives más en aquella casa? ¿Debes irte de viaje? ¿Te toca vivir aparte? Puedes pasar mucho tiempo aferrándote a la negación de la realidad, revolcándote en los porqués, insistiendo en regresar el cassette una y otra vez.
Si lo haces el desgaste va a ser infinito, porque en la vida todos y todas estamos encaminados a cerrar capítulos, a darle vuelta a la hoja, a terminar etapas para seguir adelante.
No podemos estar en el presente añorando el pasado. Ni siquiera preguntándonos por qué ocurrió lo que ocurrió; hay que soltarlo, hay que desprenderse. No resulta sano ser niños eternos, adolescentes tardíos, empleados de empresas inexistentes. Tampoco forzar vínculos con quien no quiere mantenerlos con nosotros, o bien con quien ya no es conveniente tenerlos. ¡Los hechos pasan y hay que dejarlos ir! Por eso a veces es tan importante destruir recuerdos, regalar objetos, cambiar de casa, romper papeles, tirar documentos y vender o regalar libros. Los cambios externos pueden simbolizar procesos interiores de superación. Dejar ir, soltar, des-prenderse.
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Si andas por la vida dejando puertas abiertas (por si acaso), escasamente podrás vivir lo de hoy con satisfacción. ¿Noviazgos o amistades que no clausuraste, para mantener la ilusión de algún día regresar? (¿a qué?) Si puedes enfrentar ya la necesidad de aclaraciones y decir las palabras que no dijiste, hazlo. Si no, déjalas ir, cierra capítulos, pero no por orgullo o soberbia, sino porque tú ya no encajas allí: en ese lugar, en ese corazón, en esa habitación, en esa casa, en esa oficina, en ese oficio, en esa familia. Mereces crecer, madurar; merecer vencer el miedo a vivir de manera independiente y por tus propios recursos.
Cierra la puerta, dale vuelta a la hoja, concluye el círculo. Aprende a dejar lo que sólo es costumbre, apego improductivo. Clausura, limpia, tira, oxigena, despréndete, sacúdete. ¡Suéltate!
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